Antes de que apareciese Regina George o Blair Waldorf ya existía una Mean Girl y de las de verdad. En Crueles Intenciones no había medias tintas, Kathryn era una arpía profesional y orgullosa de ello porque sí, el mundo la había hecho así.
Kathryn podrían dar miles de lecciones a las chicas malas o a Blair Waldorf. Pero se lamentaría por lo débil de sus corazones, un órgano que ella desechó hace tiempo. No tiene miedo a ser mala ni a disfrutar del sexo como lo hiciera cualquier hombre pero sabe mantenerlo en secreto.
Una cosa que aprenderás de Kathryn es a llevar una máscara. Ante todo el mundo es la chica perfecta pero debajo de sus gafas de sol se enconde una verdadera hija de puta dispuesta a todo para conseguir sus objetivos.
Y aún así la queremos porque su alegato sobre el tener que actuar como una verdadera lady en una sociedad machista nos convence. Pero porque nos manipula como ella sabe hacerlo. Es la diosa de las mentiras y de los secretos.
Desconfía de ella porque su sonrisa sólo dura un segundo. Te reirá y luego te escupirá como hace con todo el mundo pero más vale tenerla cerca porque no la quieres tener en contra tuya.
Una verdadera Mean Girl, más bien Queen Mean Girl que dejaría en bragas a Gossip Girl (teniendo en cuenta quién era después) y sobre todo a Blair Waldorf que al fin y al cabo acababa por tener sentimientos.
Con el final que tuvo en la película ¿qué habrá pasado todos estos años con Kathryn? ¿Habrá pasado por rehabilitación? ¿Se habrá remodelado? Esperemos que no porque lo cierto es que siempre fuimos más de Kathryn que de la sosainas de Annette.