El otro día estábamos en casa dudando qué ver por la noche. Habíamos cenado con Dinners, Drive-Ins and Dines puesto de fondo y era la hora de elegir algo un poco más sustancioso antes de irnos a dormir. Ignorando de nuevo esa pila de pelis y series que nos hemos bajado solo porque están disponibles para bajar y no por un genuino interés, decidimos optar por ver una de esas cintas gratis que nos dan de regalo desde que nos hicimos de Sky Sports.
No os voy a mentir, el catálogo es reducidísimo y da un poco de pena, pero rebuscando entre la maleza dimos con una peli de Meg Ryan. Vale, Kate & Leopold no es lo que diríamos un clásico de las comedias románticas, ni siquiera es un clásico de la filmografía de sus actores, pero era tarde, estábamos cansados, a mi novia le encanta Hugh Jackman, a mí me encanta(ba) Meg Ryan y no queríamos seguir buscando… Kate & Leopold. Play.

La película es muy mala, peor de lo que recordaba. Las muecas y el encanto de Meg Ryan siguen ahí, en la pantalla, pero el guión (en el que ha colaborado el director del fim, James Mangold, que más tarde dirigiría a Jackman en The Wolverine y la nueva que van a hacer) es más malo que el de una película de monstruos de Asylum. Los primeros minutos del film están básicamente protagonizados por un perro (que no deja de ladrar, perforando así las mentes de los espectadores), jamás se explica cómo o por qué Hugh Jackman y Liev Cotton Weary Schrieber han sido capaces de viajar en el tiempo y; quitando su graciosa forma de hablar “a lo antiguo” y dos o tres gags, no se explora el conflicto del tal Leopold y su “fish out of water” situation (Hugh es un duque del Nueva York «de los tiempos de antaño» que diría Rachel y es transportado mágicamente al NY del año 2000… han pasado 16 años ya, madre mía). Vamos, que la película es mala con ganas y apenas aguanté cuarenta minutos.
De esta experiencia saqué dos conclusiones: en primer lugar, hay que elegir con cuidado lo que ver por la noche cuando uno está cansado (si no es demasiado bueno quizá sea mejor leer un poco); y, en segundo, echo de menos a Meg Ryan. La echo mucho de menos. Se ha hablado de Julia Roberts, Jennifer Aniston y Katherine Heigl, incluso de Drew Barrymore y Sandra Bullock, pero para mí Meg era LA REINA de las comedias románticas. Una pena que Nora Ephron ya no esté con nosotros, porque siempre he creído que a Tom Hanks y Meg Ryan les quedaba una última película juntos, una comedia romántica divertida, elegante y bonita que devolviera a Meg al lugar que le corresponde (esto es, el Olimpo de las estrellas de Hollywood, de donde nunca debió bajarse…).
Lo último que sé de Meg Ryan es que iba a ser la narradora de ese spin-off de Cómo conocí a vuestra madre que se quedó en agua de borrajas… ¿o al final sí que lo iban a hacer? Es igual, es demasiado poco para Meg. Esta actriz, preciosa, guapa y pizpireta como ella sola, debería volver a las películas. Pero no a hacer cosas raras de esas desnuda o de manager de un gimnasio o perdida en un reparto coral donde la pongan a la altura de… Jada Pinkett?! (qué duro y qué cierto el dardo que le dedicó Chris Rock a la mujer de Will Smith en la gala de los Oscar), no, no. Meg Ryan necesita una última comedia romántica. Yo necesito una última comedia romántica de Meg Ryan. EL MUNDO necesita One Last Meg Ryan Rom Com.
Si ha vuelto Bridget Jones y estamos en plena época de recuperar la nostalgia… ¿hay algo más nostálgico que una peli de Tom Hanks y Meg Ryan?