Adoro a Kevin Smith. No sabría explicaros muy bien por qué, solo sé que cada vez que le oigo hablar se me alegra el cuerpo, es un tipo que me lo hace pasar bien y siempre he sentido una simpatía inmensa por todo lo que ha hecho, tanto lo bueno (Clerks, la maravillosa Clerks II, Mallrats, Jay y Bob El Silencioso contraatacan, Persiguiendo a Amy, la infravalorada Red State) como lo no tan bueno (Dogma, ¿Hacemos una porno? –que tiene un pase y Elisabeth Banks está deliciosa-, Cop Out, sus capítulos de Flash y Supergirl). Aunque ni siquiera yo, con la simpatía que le tengo, puedo defender cosas como la peli esa de su hija y la de Johnny Depp y Vanessa Paradis (me costó terminarla). Luego hay otras cosas que no sé cómo calificar (la de la morsa empieza genial pero la parte final se me hizo casi imposible de digerir). Por no hablaros de todos sus podcasts, sus guiones para cómics (sus Daredevils, Batmans, Green Hornets o el reciente Hit-Girl in Hollywood), sus monólogos (el más famoso, por supuesto, es ese en el que detalla su no-película de Superman) o su show regular en YouTube (Fatman Beyond, antes Fatman on Batman, que me gustaba más cuando no tenía público y no tenía que rendir tantos chistes y guiños a la parroquia).

Resumiendo, que le tengo cariño porque además de disfrutar con sus obras me parece un tío honesto y bienintencionado, es una de esas figuras de Hollywood que me caen bien, no le tengo una tirria inexplicable como a otras personalidades de la farándula tipo… a ver quién os digo… Reese Witherspoon (bueno, vale, a esta le tengo manía desde que el propio Kevin Smith relató cómo la actriz “luchó” por el papel protagonista en Persiguiendo a Amy… digamos que aquello le da un nuevo nombre a la expresión “malas artes”, y si queréis saber sobre esto tan solo tenéis que leeros las 200 y pico páginas de su libro Silent Bob Speaks, ¿o era otro de sus libros?).
Es por esto, por este afecto que le tengo a un señor al que no conozco de nada (más allá de que revele absolutamente todo sobre su vida y la de su familia por el 99% de los medios de comunicación disponibles para el hombre), que estoy ilusionadísimo con su nueva película, Jay and Silent Bob Reboot, que en España deberían traducir como Jay y Bob el Silencioso Reseteados (un reset no es un reboot, pero “resetear” es una expresión que usamos, ¿no?). Son dos los factores que me ilusionan del film: el primero, que sea una secuela de una de sus películas más divertidas y abiertamente desternillantes; y, el segundo, que es la peli que le ha reconciliado con Ben Affleck. Tras varios años de amargura y puyas cada vez que se pronunciaba sobre su ex –amigo, este film ha propiciado una reconciliación que gente como yo, gente absolutamente anónima a la que ni le va ni le viene nada en el asunto, ha agradecido casi como si fuera un milagro. Si no sabéis de qué va la historia, he aquí un resumen de la situación tal como yo la recuerdo:
A Kevin Smith, que tiene la lengua muy alegre, se le calienta la boca hablando de Jennifer Garner (según Smith, la Garner no aprobaba la amistad de Ben con un tipo “un poco chusma”, esto lo digo yo, como Smith), Ben le retira la palabra a Kevin… y este se tira algo así como una década lamentando que su antiguo amigo ya no le hable y ahora solo se junte con gente guay de Hollywood y que “es evidente que Ben juega una parte muy importante en mi mitología mientras que yo solo juego una pequeña parte en la de Ben”. Más puyas, algo de resentimiento, algún chiste… y un periodista que le pregunta a nuestro querido Ben Affleck que si iba a recuperar su papel en la nueva película de Kevin Smith (Ben Affleck hace el mismo papel en Mallrats y en Jay y Bob el silencioso contraatacan). La respuesta de Ben abrió las puertas de la reconciliación: “No me lo ha pedido”. Le van con el cuento a Kevin Smith, que tarda dos nanosegundos en mandarle un mensaje emotivo y cachondo a Ben, que responde del mismo modo, con emotividad y cachondeo. Y listo. Dice Kevin Smith que la peli estaba lista sin Ben pero que cuando se reconciliaron (cosa que ha agradecido enormemente en Instagram) tenía que incluirlo en ella sí o sí. Pues eso, que han hecho las paceys. Qué guay.

El director cumplió 49 años hace poco y está en un buen momento tras aquel jamacuco que casi le manda al otro barrio. El tío se ha recauchutado haciendo uso de su dinerito, que para eso se lo ha ganado (injertito de pelo y reducción de estómago –esto segundo era médicamente necesario, lo primero es más estético que otra cosa-), ha recuperado su amistad con El Batman Breve (han sido tres pelis como Batman pero en realidad han sido tres ratos), se ha establecido como un “director de confianza” de los productos superheróicos de la CW y hasta ha superado su decepción de no rodar Clerks 3 haciendo una lectura en directo del guión nunca filmado con el reparto original para ayudar a recaudar dinero y así reformar el teatro que le ayudó al principio de su carrera (me imagino una lectura de guión en directo de un episodio nunca rodado de Dawson Crece con el reparto original y… sí, pagaría más de 180 euros por una butaca). Hace unos cuantos meses Kevin Smith estuvo en Dublín con uno de sus shows, a medio camino entre un monólogo y un Q+A, y yo, que estaba en babia, me lo perdí. Ni siquiera supe que venía a Sunny Ireland hasta que ya se había ido. ¡Despierta, muchacho!
