La elegante belleza de Julia Stiles

ESA FRIALDAD, ESA CUALIDAD INALCANZABLE DE JULIA STILES ERA Y ES SU MEJOR VIRTUD COMO INTÉRPRETE

Chris Koch, un señor que ha encontrado acomodo en televisión (Don’t Trust The B— in Apt 23, This is us, Reboot, Solo asesinatos en el edificio), se estrenó en cine en 2003 con Cosas de tíos (A guy thing), una película que nos demuestra lo gracioso que puede llegar a ser Jason Lee cuando se sale un poco del guión (Hollywood te contrata a buenos cómicos para sus películas pero luego les pone a recitar cosas infames), lo resolutiva que puede ser Selma Blair (lo mismo te saca una lágrima que una sonrisa en apenas unos segundos); pero, sobre todo, nos demuestra cómo la elegante belleza de Julia Stiles, la estrella teen que nunca resplandeció tanto como merecía, puede soportar absolutamente todo lo que le eches. Es como el pan ese de molde que sacaron con miga «de pan de pueblo», para aguantarlo todo. Pues la Stiles lo mismo, su talento puede con todo. Incluso con las películas que no existen.

Heath Ledger and Julia Stiles at swing in a scene from the film ’10 Things I Hate About You’, 1999. (Photo by Buena Vista/Getty Images)


Porque aquí hace de «la otra», Becky, la chica que vuelve la vida de Paul (Jason Lee) del revés y provoca que se replantee su inminente boda con Karen (Selma Blair), y oye, que no cae mal. Ni a tiros. Es imposible odiarla. Es verdad que la peli quiere que te pongas de su lado, ella representa «la libertad» frente a la «represión» que le supone Selma a Jason (sí, en 2003 aún medíamos los personajes femeninos en «¡¿Pero qué significa ella para la vida de nuestro protagonista masculino?!»), pero también es cierto que en manos de otra actriz el personaje hubiera provocado algún sarpullido. No sé muy bien cómo lo hace Julia, pero siempre lo hace. Mantener esa calmada actitud ante las cosas, una sobria quietud con respecto a su entorno, responder con una distinguida sonrisa, delicada, ante cualquier cosa que le eche la vida, aka el cine. ¡¿O acaso no recordáis como era la única persona de la que te podías fiar en las películas de Jason Bourne?!


Me he puesto a pensar si esto es una cosa solo de la saga Bourne o de esta (divertida a ratos, digerible, prescindible) Cosas de tíos, pero no, resulta que la señora Stiles lleva toda una carrera dedicada al noble arte de la distinción reposada. Y, si no me creéis, ahí tenéis esa teen movie bailona que es Espera al último baile, donde mezclan ballet, hip-hop y peleas de instituto (¡interraciales!) pero ella tranquilita, resplandeciendo casi sin encender la bombilla en el papel protagonista. ¡Hasta pasa por encima de una parodia de su baile en SNL como si nada!

En la precuela de La huérfana es que no se le mueve un pelo de lo bien que gobierna la situación (esto del niño «rebelde» ya lo vivió en el remake de La Profecía, o sea, que sin problemas), su personaje en Riviera lleva todos esos tejemanejes con una tranquilidad pasmosa, la seguridad e impermeabilidad que demuestra en El príncipe y yo, La sonrisa de Mona Lisa, O… es para quitar el hipo. Y así podríamos seguir con la mítica 10 razones para odiarte, haciéndole un playback a Freddy Prinze Jr. en Esta chica me pone y hasta investigando todo aquel escándalo de Estafadoras de Wall Street.

La compostura, el saber estar, esa capacidad para flotar sobre cualquier situación con la que esté lidiando en el papel que le toque es, para mí, lo que distingue a Julia Stiles de muchos de sus compañeros de profesión, algunos dispuestos a darlo absolutamente todo con tal de «convertirse» en su personaje. Julia no, ella decide que va a hacerlo todo desde una distancia prudencial, casi respetuosa, con el espectador. El personaje es un traje que se pone y al que le añadirá, sí o sí, su elegante belleza. Y eso es por lo que siempre es un placer verla.

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