Me encanta la película What’s my number? Es de mis favoritas y me la pongo siempre que tengo un mal día. Este año voy a necesitar verla a cada hora más o menos. Mi comienzo de año ha sido peculiar.
Estuve semi confinada en Cádiz y a la vuelta a Madrid conocí a Filomena. Y allí estaba yo con una maleta, bolso, mochila y el gato. Atascada a dos calle de mi casa sin poder moverme y cargada como una mula. Intenté hacer el recorrido a lo Cameron Díaz en The Holliday y SPOILER SALE MAL. A falta de Jude Law, llamé a mi amigo que vive a 10 minutos y conseguí llegar a mi piso que estaba hasta arriba de nieve (incluídas mis ventanas por lo que no tuve luz natural durante una semana).
Luego llegó mi cumpleaños, 37 años ya y sin poder celebrarlo. Mi barrio lleva más de un mes confinado y los contagios siguen aumentando. Supongo que para 2022 podré salir. Se cancelaron mis planes de celebración, no hubo tarta ni cervezas. Y mi plan era tomar algo con unos pocos amigos (los permitidos) y por supuesto respetando las normativas. Nada de desenfrenos porque una ya tiene una edad además.
Y diréis ¿qué tiene que ver esto con Chris Evans? Bueno, además de que es mi marido y lo tengo que mencionar siempre que puedo, este mes de febrero ha llegado otro momento más del annus horribilis como diría aquella vez THE QUEEN. Y es que me he quedado sin trabajo. El contrato se daba por finalizado por cosas (no voy a entrar en detalles) pero me aseguran que no ha tenido nada que ver conmigo y que mi trabajo ha sido el correcto y no he hecho nada malo (da igual que te lo digan, esto es como cuando te dicen no eres tú, soy yo. Vas a estar pensando todo el rato en que has fracasado y es por tu culpa).

Así que en este momento de «mi vida es una mierda» lo lógico sería verme por enésima vez What’s my number? pero he recordado una cosa. La protagonista, Ally, interpretada por Anna Faris, es despedida al inicio de la película pero su mayor preocupación durante toda la cinta es encontrar a un ex con el que casarse para que su lista de ligues no siga aumentando. Por lo visto una revista del estilo de Cosmopolitan le ha dicho que se pasa de número y que cierre las piernas una temporada o se busque a un antiguo amor para no engrosar más párticipes a su lista.
Y aquí es donde entra Chris Evans, su vecino que se pasea medio en bolas por todo el pasillo y que decide ayudar a Ally en su misión. Como en cualquier comedia romántica, esta amistad pronto se convertirá en algo más y tras muchas idas y venidas, nuestros dos protagonistas sellarán su amor con un beso.

Pero ¿en serio esta mujer no se ha preocupado en ningún momento en buscar trabajo? ¿No ha pensado cómo va a pagar el alquiler? No parece que sus padres aprueben su forma de vida por lo que ser la mantenida de la familia queda descartado, además su madre tiene más interés en la que la mantenga un hipotético marido. Aquí Chris la anima a seguir con su proyecto personal, crear unos muñequitos de arcilla que, sinceramente, son feos de c*jones. Esta escena en la que se descubre que Colin (Evans) la entiende y la apoya porque confía en su potencial como «artista» a mí solo me recuerda al famoso discurso de Miranda Makaroff de si eres feliz haciendo castillos con palillos, pues hazlo. SEÑORA ¿Y LOS DINEROS QUÉ? En este caso, CHRIS ¿Y LOS DINEROS QUÉ?
A mí ahora mismo no se me pasa por la cabeza ponerme a ligotear (a parte de estar en pandemia) o a ponerme a buscar en Tinder (suficiente tengo con infojobs). Aquí los que me conocéis diréis, tú ya no ligabas de antes, y es cierto. Pero es que ahora ni quiero, lo que necesito es encontrar un trabajo y a poder ser de lo mío porque tengo seis años de experiencia, una carrera y tres Máster. Basta ya de resignarse y de tener que sentirte mal por admitir que no, que no quieres un trabajo de teleoperadora o de comercial puerta por puerta, porque tienes unos estudios y una experiencia laboral que te avala para tener un puesto DE LO TUYO.
Pero que mientras sí, estoy con mis muñequitos de arcilla o montando mi castillo con palillos. En mi caso escribir. Pero eso solo lo hago porque ahora mismo no puedo hacer otra cosa y necesito sentirme útil. Es parar de trabajar y no saber qué hacer con mi vida. Pero por mucho que escriba o que me ponga a mirar cómo editar vídeos o imágenes, probar quizá fotografía, montar un podcast… hay facturas que pagar, el alquiler y alimentar el gato.
Y yo me he quedado sin trabajo y ni siquiera tengo a Chris Evans como vecino para que venga a «animarme».
