A la bondadosa y dulce Chloe Sullivan de Smallville o, para ser más exactos, a la actriz Allison Mack, le han caído tres años de cárcel por su implicación en la secta NXIVM del malévolo señor Keith Raniere (sí, sí, malévolo). Para enteraros de todo el caso (descubrimiento de la secta, huida de miembros, proceso judicial) lo mejor es que os veáis la primera y segunda temporada de The Vow (El Juramento), un documental de HBO Max que lo cuenta todo con pelos (arght!) y señales. Me ha resultado tan alucinante lo que he visto que he grabado un podcast con mis impresiones:
En el podcast digo que esto mancha un poco el nombre de Smallville… pero apenas. De refilón. Los propios Michael Rosenbaum y Tom Welling en su revisionado de la serie hablan de Chloe con cierta naturalidad, simplemente ignorando el tema ex-compi-en-secta. El señor Rosenbaum sí que ha hablado del tema abiertamente en varios episodios de su recomendable podcast Inside of You (como este con Sarah Edmonson, una de las fugadas de la secta que ayudó -y mucho- a la caída de la misma).
Una pregunta un poco tonta a raíz de todo esto: ¿van a eliminar a Chloe Sullivan de la mitología oficial de Superman (recordemos que el personaje fue introducido en los cómics, y hasta hay una referencia a los «Sullivan» en Man of Steel, debido al éxito del personaje entre la audiencia)?
Toda historia tiene su principio… así decía la frase promocional del póster más famoso de Smallville, ese con Clark Kent atado a un poste de un campo de maíz, cual espantapájaros, y con una «S» roja pintada en su pecho (no era de «Superman», no vayáis de listos por la vida, ¡era de Scarecrow!). Y aquel principio tuvo lugar el 16 de octubre de 2001 en la difunta CW, la mejor cadena de la historia de la televisión. Hoy se cumplen 20 años del estreno de la serie y queremos celebrarlo con vosotros.
Os proponemos un chute fuerte de nostalgia y que os zambulláis de lleno en varias propuestas sobre la serie que juntó dos de mis cosas favoritas del mundo (aún tengo que pellizcarme para creérmelo): Superman y las series adolescentes. Lo primero, por supuesto, es el auto-bombo. En el podcast SMALLVILLE ESMOLTBÉ he grabado un podcast por cada episodio de la serie (217, con varios especiales por ahí metidos a caponazo hablando de cositas paralelas del mundo Superman).
La cuenta de Instagram del Consejo Kryptoniano (hablamos con su creador, José María Trallero, en esta entrevista con motivo de su libro Calzones Rojos); el Twitch/YouTube/Instagram de unos auténticos cracks comandados por Juan Carlos Bosquet: El Sótano del Planet (por allí se deja caer a menudo el director Iván Mulero, con el que charlamos hace poco); y el IG de The Aspiring Kryptonian, una fan super-humilde que transmite su pasión por Superman con una sencillez encantadora, casi Donneriana. Je.
En el último crossover de superhéroes de la CW, o sea, capítulos en los que se mezclan los personajes y mundos de Arrow, The Flash, Legends of Tomorrowy Supergirl, nos han dado una sorpresita a los antiguos fans de Smallville. No voy a relevaros cuál es exactamente, pero sí os diré que si os gustaba la serie del Jovencito Superman, el guiño-referencia de este Elseworlds (donde salen la nueva Lois Lane y la primera Batwoman) os sacará una sonrisa.
Una de las cosas que más recuerdo de la serie es su cartel promocional, el primero de todos, el de Clark atado a un poste como si fuera un espantapájaros— pero también como Jesucristo en la cruz, con la «S» pintada en el pecho (Superman SIEMPRE ha establecido paralelismos clarísimos con el cristianismo, cosa que subleva a mucha gente, que es como decir que la Coca-Cola lleva azúcar y te sublevas, no oiga, deal with it). Es un póster icónico y chulísimo, que reintroducía el mito de Superman en el imaginario colectivo tras nosecuántos años de letargo tras Lois & Clark.
A raíz de esto, es interesante comentar cómo la serie siempre ha sabido rendir homenaje, y muy bien, a la propia leyenda en la que se inserta: empleando la música de John Williams para los momentos importantes, recuperando diálogos de las películas originales (el «arrodíllate ante Zod» fue mitiquísimo), o tirando de actores de la saga como Annette O’Sullivan (Lana Lang en Superman III, madre de Clark en Smallville), Margot Kidder o Terence Stamp (el Zod original, poniéndole la voz a un Jor-El más opresivo y cabroncete que su rival de las películas, Marlon Brando). Obviamente, lo más icónico ever que ha hecho la serie es contar con Christopher Reeve como aquel enigmático Dr. Swann, que sabía mucho de Krypton y sus leyendas y, básicamente, le pasaba el testigo a Tom Welling como nuevo Superman. ¡Grande! (me lo voy a poner esta misma noche, qué maravilla).
Seguramente lo mejor que nos dejó la serie es al Lex Luthor más enigmático, amenazador y humano de todas las interpretaciones que se han hecho en cine y televisión. Michael Rosenbaum bordó el papel de frenemy de Clark y creo que este retconning de «Clark y Lex ya se conocían desde pequeños» o bien fue obra de la serie o bien lo adaptaron del Superman Birthright de Mark Waid (un cómic bastante recomendable de Superman, algo así como una nueva narración del origen, perfecto para regalar a alguien que no haya leído nunca uno del superhéroe). A mi juicio, la serie se resintió notablemente tras su marcha y las últimas temporadas, creo que fueron las tres últimas (en las que intentaron colarnos a una tal Tess como villana malísima de la muerte), se notaban cojas. Algo faltaba. Lex.
Es también digno de mención lo timoratos que empezaron en plan «esto es Krypton’s Creek» con Clark y Lana mirándose profundamente en el tejado de la granja a la luz de la luna para ir convirtiéndose gradualmente en una serie de superhéroes, en plural, dando cabida hasta a su propia Liga de la Justicia. Por allí pasaron desde Aquaman a Green Arrow, pasando por el Detective Marciano, Cyborg o su propia versión de Supergirl, que no estaba mal y tenía orígenes algo más comiqueros… pero yo ya he declarado aquí mi amor por Melissa Benoist. Ni rastro de Batman, oye, una pena… creo que Christopher Nolan lo prohibió tajantamente, no sé, no sabría deciros.
El Flash de Smallville. Un poco chusco. (Años más tarde se enfrentaría a Freddy Krueger en aquel reboot chungo no, chunguísimo)
Es curioso y extraño y de lo más inquietante lo de Allison Mack. Su interpretación dulce y entrañable como Chloe Sullivan, la amiga de Clark que conoció antes que nadie su super-secreto, gustó tanto a los fans que los de DC decidieron incorporarla al «canon» y meterla en la continuidad (hasta en Man of Steel hay una referencia a un negocio de los Sullivan)… y años más tarde nos enteramos de lo de la secta sexual. La realidad siempre supera a la ficción, amigos. También es un poco triste comprobar la tirria que le pillaron los fans a Lana Lang, cuando a la pobre Kristen Kreuk la mandaron a luchar contra molinos de viento esos guionistas que hasta llegaron a darle a Lana poderes embebidos de kriptonita para así separarla definitivamente de Clark (si estaban juntos, Clark palmaba). A mí la actriz me gustaba mucho y tengo pendiente terminar su serie donde hace de Erin Brokovich. Compro totalmente.
En la primera temporada de Smallville todo transcurría en una granja. TODO.
Vista con el tiempo («pensada» con el tiempo, la verdad es que no la he vuelto a ver desde su emisión original), Smallville es una serie que, dada la naturaleza de las series de antes (estirar y estirar como un chicle hasta que todo interés hubiera sido sepultado), se queda a medias. Yo amo Superman hasta las trancas y solo por eso ya compro, pero a un espectador medio le tenía que aburrir de lo lindo. Combinaba algunos arcos super-interesantes (la introducción de Lois Lane… ¡¿la prima de Chloe?!, la llegada de Zod, la relación y boda de Lex y Lana, el descubrimiento inicial de los poderes de Clark, los efectos de la kritponita en el «Bad Boy Clark», la fundación de la Fortaleza de la Soledad, etc.) con fillers de campeonato, como aquel capítulo a lo Fast & Furious en el que Pete (aquel colega de Clark al que quería darle en la cabeza con un paquete de guisantes congelados de lo pesado que era) se viciaba a las carreras de coches, que tenían el motor trucado… ¡¡a base de kritptonita!!
Hicieron una «temporada 11» de Smallville en cómic. Me he leído uno de ellos. Me pareció lamentable, un sacacuartos.
Sin embargo, la serie nació con una clarividencia absoluta: Superman en el instituto, descubriendo sus poderes, pasándolas canutas con la adolescencia. Es una premisa ganadora y que no había sido explorada hasta el momento (en la primera película pasa de ser un teenager a la edad adulta ya con el traje y todo en apenas una secuencia). Unir la llegada de Clark al drama de la chica que le molaba (los padres de Lana murieron en la explosión de meteoritos de Smallville) y el de su mejor amigo (Lex perdió su pelo y no recuerdo si ¿también a su madre?) también moló mucho… aunque lo de «la lluvia de meteoritos» lo usaron tanto que acabaron gastándolo. Cada «freak of the week» (un estudiante vampiro, otro invisible, el otro con el poder de leer tu mente, etc.) lo explicaban de esta forma: ¡¡es por la lluvia de meteoritos!!
Amy Adams, la Lois de MoS, BvS y JL, también fue un Freak of the Week en Smallville
En fin, una serie que recuerdo con cariño porque en aquellos años no existía este frenesí de superhéroes de nuestros días y estábamos a pan y agua, especialmente los fans de Superman. Y como a mí Superman me gusta más que mojar salsa y como Dawson Crece me gusta más que la yema de huevo frito con salecita pues era INEVITABLE que me enganchara a este producto gestado en un generador de contenidos specially tailored for me. ¡Larga vida a Smallville y Tom Welling deja de hacerte el interesante y ponte ya el traje!
PD. Veeeeenga, si queréis ver el guiño a Smallville lo podéis ver en el vídeo de abajo, no sé si el vídeo lo ha subido la propia CW o si lo caparán pronto…