
ABC Family es la WB de nuestros días. Y al ser la de «nuestros días» estamos hablando de unas gotitas, gotazas, de misterio y mala baba añadidas al habitual drama teen. Así, donde antes teníamos romances adolescentes donde la mayor incógnita era «cuándo se liarán» ahora es más bien «¿quién mato a Regina?» o «¿está realmente muerta la amiga a la que acabamos de enterrar?». A esto hay que añadirle el nuevo rol de ciertos prototipos adolescentes (el amigo friki ya no es objeto de burla sino más bien un arma de los guionistas para deconstruir la cultura popular, los populares siguen siendo populares pero quizá ya no el modelo a imitar) y el uso frecuente, indiscriminado, salvaje y VITAL de las tecnologías modernas, para que la audiencia que ve la serie se vea identificada en ella (esto lo intentó hacer «Scream 4» y le quedó un poco raro).

Con todo esto bien aprendido debutó hace no mucho la serie «Twisted», el último producto de esta cadena de montaje perfectamente engrasada que es la ABC Family. El pistoletazo de salida argumental no podría ser más sencillo (y más delicioso): tres amigos de la infancia, dos chicas y un chico; el chico asesina a su tía (vete tú a saber porqué), le meten en un reformatorio; pasan los años y el chico sale, ya crecidito. ¿Por qué mató a su tía? ¿Cómo reaccionarán sus amigas y el resto del instituto? … ¿Seguirá matando?
No queda ahí la cosa, claro. Al final del piloto hay un nuevo asesinato bastante potente (que me pilló totalmente por sorpresa) y que lanza la serie en una nueva dirección al generar unas cuantas preguntas: ¿quién es el responsable, «Socio» (de «sociópata», el mote que le ponen al asesino de su tía); o un asesino en la sombra? ¿qué secretos familiares, o no, se esconden tras la muerte de la tía del protagonista hace años? Y, quizá la más importante de todas: ¿cómo es posible que Denise Richards siga estando igual que en «Starship Troopers»? (Bueno, creo que todos sabemos la respuesta a esta pregunta).

La serie tiene todos los ingredientes de otras series del canal como «Pretty Little Liars» o «The Lying Game»: mucho misterio, aquí es sospechoso hasta el apuntador, todos esconden secretos, todos malmeten y ocultan… lo que está muy bien; pero también invita a una resolución rápida de la trama principal, y veintitantos capítulos se nos antojan demasiados. Si dimití de «Pretty Little Liars», con lo bien que arrancó, fue porque no pasaba nada. Veías 42 minutos nuevos y decías «bueno, no he aprendido nada nuevo». Esperemos que no le pase lo mismo a esta enrevesada, retorcida y entretenida serie.