Destino final es esa saga que intentó contentar a los amantes de los slashers en los duros 2000. Si bien aún tendríamos a inicios de la década películas de asesinos enmascarados que descuartizan adolescentes (reboot de Viernes 13, Un San Valentín sangriento, incluso alguna incursión española con tunos de por medio), lo cierto es que el impulso que Scream le dio al género a finales de los 90 se estaba acabando. Y así, a la chita callando, se presentó una franquicia en nuestras vidas que no sabíamos cuánto íbamos a querer, ¡qué bueno que viniste, Final Destination!
Ya repasamos aquí los mejores momentos de la saga, pero quería analizar en detalle la primera parte, la que lo empezó todo, y regodearnos en «el diseño» y «los planes» (dos conceptos que no dejan de mencionar todo el rato en la peli) de La Muerte; porque esta es la gracia de Destino final: el asesino no es un señor con traumas del pasado (o dos adolescentes que han visto muchas películas…), sino la propia Parca, que tira de toda su creatividad y mala leche para matar a aquellos que considera que debe matar… ¡y cuidado con interponerte en su camino!
Como recordaban los amigos de Teenage Thunder en su maravilloso fanzine Adolescentes Troceados (¡búscalo en tu tienda de cómics!), esto nace como un guión para Expediente X, que no es sino la mejor serie de todos los tiempos (o lo podemos dejar en la mejor serie de los 90, así no discutimos). Detengámonos un momentito en el dato: esto era un GUIÓN DESCARTADO para Expediente X («Vuelo 180»)… que se convierte en la lanzadera de un nuevo serial de Dimension Films, sencillamente la productora que más ha hecho por mí en mi vida. Venga, hagamos una especie de recap de la primera peli:
Empezamos con la mejor opening de toda la saga. Hay gente que dice que el accidente de autopista de la segunda parte lo mejora… pero a mí me parece que, aunque sea menos espectacular, es más impactante. No ya por cómo se desata la tragedia (cuando creen haber pasado unas turbulencias que pone a todo el mundo nervioso es cuando empieza de verdad el mambo, con caídas de maletas, asientos eyectados al vacío y los pasajeros quemándose vivos cuando estalla el motor), sino por el «punch line»: cuando Alex Browning (Devon Sawa, príncipe de los 90, que aquí tiene un póster de Pecker en su cuarto, ¡Pecker!) y los compañeros que se han bajado del avión observan desde dentro del aeropuerto como el avión, efectivamente, explota, tal cual les había anunciado el chaval (por cierto, nunca he visto a un adolescente sudar tanto en un film como al amigo Sawa en este).
Luego viene una cosa que no me gusta NADA de la peli y es cómo todo el mundo mira a Alex como si él hubiera provocado el accidente, incluidos dos patanes del FBI (que aparte de ser patanes son dos actores regularcillos -ahí se nota cuando un presupuesto es ajustado, tienes que tirar de videobooks para los secundarios y…-). Estos del FBI se pasan toda la peli vigilando y persiguiendo al chaval, como si fuera Carrie y pudiera provocar muertes con sus poderes de telequinesis. A ver, dejad esta trama ya, qué peñazo, ya sabemos que él no es el malo sino LA PROPIA MUERTE, ¿por qué tantos minutos tirados en esto? Entiendo que hay que llenar hora y media pero… ufff… Es verdad que ahora cuando ya tenemos tan claritas las reglas (si es que podemos llamarlas así) de la saga, esto canta más que la primera vez que uno ve la peli, pero francamente, pasada una media hora queda claro que este chaval solo quiere ayudar y que tiene flashes de cómo podría morir la gente. Además, ¡que gracias a su premonición salvó la vida a seis compañeros de clase! ¿No deberían darle una medalla al valor de esas, o crear una Medalla a la Premonición? Well deserved, Alex!
Dato curioso: uno de los compañeros de clase a los que Alex no salva es el hermano de su colega Todd… que está interpretado por Brendan Fehr, que era uno de los protas de Roswell y en aquellos años estaba en la pomada (si es que a salir 5 minutos en Destino final lo podemos llamar estar en la pomada… que sí podemos). Por cierto, lamentable cómo tras la muerte de Todd (que está muy bien, con un resbalón en el baño que provoca que se ahogue con un cordel de esos que hay en los baños de las películas -¿?-) van los padres del chaval y culpan a Alex de haber hecho a Todd sentirse tan culpable de haber sobrevivido él al accidente de avión y no su hermano que eso ha hecho que el chico se suicide en el baño… WTF?! Una cosa es plantearse «vamos a hacer que la peña sospeche de Alex» y otra cosa es ya el surrealismo este. Que por cierto, el tal Todd (un chico con unas desafortunadas entradas y unos sleepy eyes que son pa’verlos) de deprimido nada, estaba en el baño justo antes de morir cortándose los pelillos de la nariz más feliz que una perdiz.
Genial el detalle, tras la muerte de Todd, del agua replegándose y volviendo al punto de origen del escape de agua que provocó el resbalón del chico. Aquí ya nos dejan claro que La Muerte es un ente con vida propia y con imaginación, que una vez que ha matado al chaval, hace el petate y se vuelve a casa… a ponerse una serie en Netflix, supongo.
Luego tenemos un momento de vergüenza ajena (adoro la película but these are the facts) que es cuando Ali Larter (que hace de modelo que va de fea y que lee Trópico de Cáncer de Henry Miller DE PIE EN UN AEROPUERTO y que mira cosas morbosas como las fotos del trágico accidente de Lady Di en París) intima un poco con Alex y le dice que, en el garaje donde ella hace como unas manualidades, le ha hecho una escultura (¡?) que es un signo de interrogación clavado en un muelle y que es como él porque es una incógnita pero de una atracción irresistible o nosequé. ¿Pero qué nonsense es este? Mirad, esta Ali Larter modosita ni me gusta ni me la creo, mucho mejor la actriz cuando está over the top, como en la peli en la que quiere zumbarse a Idris Elba pero se las tiene que ver con Beyoncé…
Más tarde llegan dos secuencias de exposition pura y dura, que llegan en bloque y se hacen un poco pesadas: los chicos en la morgue que han ido a ver el cadáver de nosequién por algún motivo (esto con Dawson me costaba tener que volver a verme mitades de capítulos enteras) y el Morgue Man, que no es otro que el mítico Candyman, les explica todo lo del diseño y los planes de la muerte (¡¿cómo sabes todo esto, misterioso Morgue Man?!). Luego, Alex y Ali Larter (que se llama o Claire o Clare o Clear) discuten un poco el plot del film en una cafetería… donde al menos tenemos una de las mejores muertes de la peli: la de Terry, la novia de Jack de Dawson Crece.

El tema es que Jack en esta película está pasadísimo, tipo Ryan Phillippe en IKWYDLS, tirando de musculitos para intimidar a todo el mundo (especialmente a Stifler de American Pie, que aqui se apellida Hitchcock y hace un papel ridículo) e intentar así ocultar su miedo a palmar COMO TODO QUISQUI. El pobre Jackers llega a soltar frases como «¡Yo controlo mi vida y yo controlo muerte!» o, la mejor, la que le suelta a Alex en el funeral de los compañeros muertos en el Vuelo 180: «Nunca moriré». Toma ya. Bueno, pues eso, que Jackers y su novia Terry están dando una vuelta en coche y se paran a discutir con Alex y Ali Larter (Jack insiste en culpar a Alex de todo, for some reason). Terry (que es un actriz que salió en varias pelis de este tipo pero que nunca he terminado de ubicar) se pone a gritar COMO UNA MONA LOCA diciendo que basta ya de pelearse entre ellos y que nadie más va a morir… justo cuando un autobús salido de la nada se la lleva por delante. La sangre que salpica LOS CARETOS de los chicos es digna de aplauso. Una muerte inesperada, burra y con su puntito divertido, este es el negociado de Destino final y es lo que tan bien han podido replicar en las secuelas, los guiones de las pelis serán mejores o peores pero creo que hay consistencia en las muertes, siempre intentar hacerlas con picantito.
Luego llega la muerte de la Señorita Lewton, la profe que iba a viajar con los chicos pero se quedó en tierra cuando Alex y los chicos bajan del avión (a esta actriz, James Wong -guionista y director de Destino final– la recuperaría para la segunda y MARAVILLOSA temporada de Millennium cuando Chris Carter le cedió las riendas de la serie a él y a Glen Morgan). La mujer insiste en culpar a Alex (le llega a decir en el funeral que no se acerque a ella porque «you give me the creeps», ¡una profesora al salvador de la clase!) cuando debería estar más preocupada por La Muerte, the one and only, que se presenta en su cocina para darle matarile con su ingenio habitual: provoca que la taza donde se ha puesto un copazo de vodka (vodka en una taza de café, solo por esto merece morir) gotee y deje un reguero de alcohol por la cocina, luego le estalla el microondas, uno de los cristales se le clava en la yugular, resbala, intenta coger un cuchillo jamonero que se le clava en el pecho, el fuego recorre el caminito de alcohol hasta alcanzarla y luego explota todo por los aires (hay una extraña obsesión con las explosiones en esta película «de bajo presupuesto») y profesora kaput. ¡Por hacerle bullying a Devon Sawa, eso es lo que te llevas!

Las muertes ya se concatenan que da gusto: ahora parece que va a ser la de Jack, que acelera con su coche en plan «estoy mú loco» y cuando decide no suicidarse casi le pilla un tren… pero en realidad es la de Stifler, que recibe un metalazo cortante que le rebana media cabeza, el tronco desnortado del chico cae al suelo para celebración de todo el mundo (el actor me cae bien sobre todo por el reto de bailes de American Pie 3, siempre recordaré el reto de bailes, pero en esta peli está insoportable… todo el rato ahí con una gorra del revés y montando en bici, ¡¿qué te crees que es esto, Verano azul?!).
Más tarde llega el momento que más recuerdo de la peli (y casi que de toda la saga) y no sé muy bien por qué: Alex comiéndose una lata de atún (bueno, creía que era atún pero tiene aspecto como de crema y lo come con cuchara, ¿alguien me puede decir de qué es la lata?) con unos guantes de protección y vigilando que nada quede a disposición de la muerte para matarle. Me parece una escena divertida, Alex sabe que La Muerte puede usar literalmente CUALQUIER COSA para matarle y el chico toma las protecciones propias de la paranoia que genera este peculiar momento de su vida. Hay que decir que a lo largo de todo el film, el «destino» le va lanzando pistas a Alex de por donde pueden ir a las muertes… es curioso que nunca tiraran de esto en las secuelas, si La Muerte quiere matar a toda costa y que nadie altere sus planes (como los altera Alex cuando baja del avión con sus compañeros), podrían presentarnos a La Vida, haciendo lo posible para ayudar a los chicos. Esto lo hacen genial en Tru Calling cuando introducen a Brandon de Sensa en la serie, en un papel que… bueno, ved la serie, Brandon hace PAPELÓN.

Luego viene la «batalla de Ali Larter contra La Muerte» que es un rollo importante: la chica ahí peleándose con un cable que amenaza con electrocutarla, a última hora se libra con la llegada de Alex que se ¿sacrifica? para salvarla… y es aquí cuando podemos interpretar que el final de la peli es un sueño, IT’S ALL A DREAM, de Alex. Porque justo después de que el chico coja con sus dos manitas el cable pelao ese que iba a cargarse a Ali Larter vemos un pasillo blanco, una luz blanca al fondo del mismo… ¿es el pasillo del hospital donde ingresan a Alex? ¿es la white light de cuando te aproximas al otro barrio? La cosa es que tras esto, cortan directamente a unos meses más tarde, con Jackers, Ali Larter y Alex directamente en París, completando el vuelo que no pudieron cuando se desencadenó toda la movida. ¿Esto ocurre de verdad o es un sueño de Alex en la after-life? Qué más da, el final mola un montón, con Ali Larter ya dejando de esconderse y aceptando su condición de modelo (esto lo indica que ahora es rubia) y Alex escapando del rótulo de un negocio que se desprende de la fachada (con las letras al revés que parece el número 180), «¡He alterado el plan de la muerte y me ha saltado!» y Jackers confuso en plan «Entonces, ¿quién es el siguiente?» justo antes de que el rótulo juguetón haya hecho péndulo y vaya a llevárselo por delante… la peli corta un segundito antes de que Jackers palme, y esto le da un punto extra de gozosidad.
En resumen, una película muy divertida, bastante ligerita y con cierta inventiva en lo que a muertes se refiere. Me da la sensación de que aumentarían el factor gore en las secuelas y de que enrevesarían aún más las muertes por la pura necesidad de seguir ofreciendo novedades cuando la fórmula tampoco da para mucho más (en la tercera intentan introducir premoniciones más claras mediante fotos con pistas que solo puede interpretar Mary Elizabeth Winstead pero no acaba de quedarles bien). Personalmente, espero un reboot de esto como agua de mayo. El hecho de no tener un asesino como tal les da manga ancha para hacer lo que quieran, por lo que me parece la franquicia más rebooteable de todas las que ya están haciendo nuevas versiones. Me despido de vosotros con la frase que le suelta Candyman a Devon Sawa cuando este sale asustado de la morgue: «I’ll see you soon…».
PD. En el DVD de la peli (me lo compré por 50 céntimos en un Cex) hay un jueguecito en el que contestando a unas preguntas te calculan cuándo vas a morir… ¡me queda poquísimo! ¡¡POQUÍSIMO!!