No me cuesta admitir que estoy enganchadísima al reality de las Kardashian. Veo más a Kris Jenner que a mi propia madre (lo que es comprensible porque vivo en una ciduad distinta a la de mi madre). Mi intromisión en el mundo Kardashiano vino por encargo y ya luego, no pude salir.
Hace unos años con la llegada de la cadena Fox Life se estrenó por fin en España Keeping it up with the Kardashians. Este programa que lleva la friolera de 14 temporadas en la actualidad, fue partícipe, en parte, del éxito de esta familia pero ellos ya eran conocidos de sobra. Por aquel entonces yo estaba realizando las prácticas en la web de Hola.com así que tenía a Kim Kardashian hasta en la sopa. Como mi trabajo formaba parte del departamento de SEO tampoco tenía que documentarme mucho sobre la vida de las hermanas, pero quieras o no, te acabas enterando de todo.
Cuando me hice autónoma me salió la oportundiad de escribir un reportaje para una revista publicitaria que sacaría Fox Life. Eran dos artículos, uno sobre el reality de las Kardashian y otro sobre el de Caitlyn Jenner. Así que me armé de valor y me dispuse a ver los episodios de estos programas. Me llamó más la atención Keeping it up with the Kardashians, porque a pesar de lo guionizado que puede estar todo, lo preparado y lo superficial que puede ser que Kim llore porque se le han perdido en el mar unos pendientes de diamantes, el programa era tremendamente divertido.
Por aquel entonces, y ahora seguramente también me pase, la gente desconfiaba si el programa me gustaba o me hacía gracia y me decía cosas como «¿pero sabes que todo eso es mentira verdad?», a ver, ya y Friends también. En poco se diferencia Keeping it up wit the Kardashians de cualquier sitcom modernilla, quizá hasta tenga más gracia. Pero lo mejor de este programa es que además de reírte comprendes que a pesar de todo el dinero, la fama y los privilegios, la familia Kardashian está formada por seres humanos de verdad.
Cuando ves a Kendall hablando sobre su problema con la ansiedad (algo que padece mucha gente y que poco tiene que ver con la vida acomodada que se pueda llevar) las inseguridades de Kim Kardashian sobre su cuerpo (madre mía ¿entonces yo qué?) o cómo los medios se meten en la vida en intimidad de Khloe en relación a su embarazo, las empiezas a comprender a ellas más y menos a sus haters.
Haters que solo las odian por ser famosas y tener dinero. Seguramente hayan metido la pata mil veces, sus enfrentamientos con otros artistas y famosos salen cada semana, pero a sus críticos los que les molesta es que hayan nacido con pasta. Y mira hay que joderse y aguantar. No me parece suficiente motivo para odiar a alguien, entiendo que la excesiva atención mediática llega a cansar pero es muy fácil no enterarse de nada si verdaderamente no te interesa. Yo no me enteraba ni de la mitad cuando trabajaba en el Hola y cada semana había tres noticias sobre ellas.
Cada uno tiene su favorita y con la que se identifica más, yo me quedo con Khloé. Desgraciadamente ahora vuelve a ser el centro de atención y no son muy buenas noticias. Tampoco me voy a adentrar en ese sensacionalismo porque es un tema que me da bastante pena y creo que ahora lo que toca es celebrarla a ella que acaba de tener a su hija y que nos ha dejado momentos gloriosos durante todo el programa. Hay un gif de Khloé Kardashian para cada momento de tu vida, ella my spirit animal. Te queremos Koko.